Estimado presidente de Francia. Solicito permiso para dirigirme a usted de forma personal y directa, tal y como lo requiere el género epistolar que utilizo en mi respuesta a tu carta. Esta llega a mis manos a principios de septiembre, cuando todo mi cuerpo estaba atrapado por la inercia inicial del comienzo de un nuevo curso. El control de mis emociones estaba relajado, de modo que pasé a leer tu carta.
Nicolás, con toda sinceridad, en una primera lectura tu carta me resultó algo confusa de entender. Mezclas las verdades universales del pensamiento con las llamadas al orden moral; el bien común y los intereses de la política del momento conviven peligrosamente; los maestros y maestras debemos instruir, guiar y proteger las tiernas conciencias de las criaturitas del estado; más aún, acompañar el desarrollo de sus aptitudes intelectuales, morales y físicas… Como un buen creador dramático, Nicolás, te creces de párrafo en párrafo. Hasta lo sublime.
Ahora bien, para llevar a buen puerto nuestras propuestas, necesitamos mejorar nuestros recursos. Empecemos por la autoridad, de la que estamos en la escuela algo justitos. En efecto, señor presidente, de disciplina no venga usted exigiendo parcela, que no hay terreno por recalificar. Sin embargo, a ti te veo más pragmático, esta situación no te inquieta más allá de la crónica de los hechos. Es lo que se exige del perfil de un político que aspira a gestionar lo público, ¿verdad? Te veo excesivamente profesional. Si tus educadores funcionarios te son fieles, quizá estés en un acierto.
A este lado de la frontera, la tropa de los maestros y maestras no llevamos un marcha muy exitosa… hazte a la idea, Nicolás. Recorremos el país humillados, olvidados, ninguneados, no tomados en consideración. Y no es nuestro fracaso, es el gran fracaso de toda la sociedad. La tropa de los educadores ya no está para más maniobras. Hay lo que queda.
Ahora bien, si estás dispuesto a hablar de la gestión del conocimiento y de la revolución de la información, puede que nos movilices a unos cuantos. Las tecnologías de la información y la comunicación son la excusa necesaria para que la escuela se adapte a las necesidades de nuestra sociedad, para que el estado destine los recursos necesarios, la inversión de los valores de un país, de verdad… La escuela no gestiona el conocimiento. El conocimiento se ha desviado hacia otros ámbitos: son las redes de la información y comunicación y el ámbito social. Siempre puede haber una salida gloriosa para una situación desesperada. En nombre de mis colegas, te garantizo que podemos hablar de romper fronteras.
¡Qué tarea más ilusionante! Afrontar los retos de una educación para el siglo XXI… A los maestros siempre se nos ha manipulado eficazmente, recurriendo a demandas de altruismos imposibles, convocándonos a las más elevadas misiones, mientras que el resto de los asalariados ciudadanos vive inmerso en la producción industrial en cadena. En cuanto se nos pone el justito punto del voluntarismo, somos imparables…Nicolás, espero que sepas sacar rentabilidad a este filón emocional.
Me gustas, Nicolás, cuando pronuncias verdades absolutas. Dices que en esta sociedad todos somos educadores. A mi, personalmente, me mola. Si todos somos de profesión educadores, por encomienda natural, mi profesión resulta un chollo: cobrar el sueldo con una tarea compartida, esa es la aspiración del buen funcionario. A veces me despistas.
Espero me confirmes si estoy o no en lo cierto. Para mí resulta muy importante que me aclares la cuestión siguiente. En mi país, hace unos años, se difundió un famoso panfleto político, que quiso ser reforma educativa. Algo así como: niños, sed buenos, y valorad el esfuerzo; padres, sed responsables, dedicad todo vuestro esfuerzo a la educación de vuestros hijos; profesores, sed competentes, maestros ejemplares, cumplidores del deber, responsables, profesionales abiertos al siglo XXI… Ya está, esto es todo. Aclárame, si tu reforma educativa, si la renovación de la república que propones consiste en algo tan poco serio… Es una profunda ofensa a la inteligencia.
Nicolás, relajado y abierto, por efecto de la comunicación epistolar, llegas a afirmar que la educación es una exigencia del educador para consigo mismo. No estaría mal, si las condiciones lo hicieran posible. Bien, imaginemos un maestro con un grupo de veinticinco niños o más. En relación con los niños y niñas, le vamos a exigir el máximo de instrucción, la adquisición de las competencias adecuadas, un espíritu crítico, el sentido del esfuerzo y la autoestima, tan importantes para construir ciudadanos. Y, en los ratos libres, lo que tú dices, Nicolás, el apretón de lo sublime…
Desde luego, estoy contigo, tanto fracaso escolar no admite plazos en la búsqueda de una solución. Para remediarlo, no voy a tardar ni un trimestre en poner ante los padres de mis escolares tu llamada epistolar, Nicolás. Ellos caerán rendidos, a favor de tu propuesta, del compromiso de los padres en la educación. En cuanto lean tu carta, estoy seguro que han de formular que todo no vale, que las obligaciones existen, que no puede haber libertad sin reglas… Si tu carta hace de verdad milagros, conseguirás tu objetivo. Tendremos una nueva república o un nuevo estado, aunque no sé si del todo, porque la desigualdad, como en todas las sociedades, también ha tomado forma consistente en nuestra realidad.
Se lo voy a contar todo a mi presidente, José Luis. Si aprovecha la coyuntura, en cuanto reciba yo su carta, me aplicaré en seguir sus consejos, lo mismo harán mis colegas. En cuatro días, los maestros y maestras de este país estableceremos nuevas relaciones emocionales con los escolares, de una calidad excelente, afectivas y humanas, exigentes y motivadoras. Los docentes promoveremos en los chicos la búsqueda del placer, como la recompensa tras el esforzado trabajo del pensamiento. Esta experiencia, a ambos lados de la frontera, puede definir el advenimiento de una nueva Europa. Sin olvidarnos de que vivimos inmersos en la sociedad de la información y la comunicación, es decir, que contamos con la intermediación de las máquinas. Utilizando enlaces de relación intercomunicada, formas de comprensión mediatizadas por las representaciones infográficas y multimedias, gestionando el conocimiento social de un modo responsable y colaborativo, a favor de la representación de la realidad virtual… ¡qué bonitos mundos, a ambos lados de la frontera!
¿Debo fiarme de ti, Nicolás? ¿Hablas en serio o fabulas? Tu encendida soflama por la recompensa de lo bien hecho, la sanción por la falta y el cultivo de la admiración por lo que está bien, me levanta sospechas. No puedo. En mi trabajo profesional no es así. Los funcionarios docentes, los maestros a quienes convocas a una revolución cultural, no se organizan siguiendo ese criterio.
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Para resolver el problema de la falta de respecto que campa en nuestra sociedad, tengo una solución definitiva. La empresa del Levante español que tiene la exclusiva en la fabricación de mobiliario escolar debe diseñar el modelo de pupitre respeto. Éste consistirá en una pieza modular compacta, dotada de tecnologías inalámbricas. Cuando el profesor entra en zona de cobertura de señal, el dispositivo del pupitre reaccionará accionándose. El apoyo asiento modificará su posición uno, reposo horizontal, por la posición dos, noventa grados vertical, sensiblemente incómoda y disciplinada, a la vez que se refuerza la acción con un contundente sonido agudo... ¡¡puigk!! Esta y otras máquinas serían introducidas por todo el tejido social. Una pequeña inversión para una gran empresa…
Qué envidia de la vieja escuela republicana de tu país, Nicolás: una escuela neutral ante las diferencias sociales, las creencias, las convicciones religiosas, filosóficas o políticas. De paso, yo me pido una de esas escuelas para mí, para mi reciclado personal. Un año sabático de escuela republicana…
Nicolás, no sé cómo te las arreglas… En tu carta has trazado el camino hacia la percepción de mi conciencia personal, nacional, europea y universal… Tienes un poderío extraordinario para la convicción y para la abstracción; yo, en cuanto hago abstracción de dos pasos, me muero en el intento. Sin embargo es un atrevimiento tu metáfora del crisol. La función de mi escuela en mi pueblo no es tal. Crisol será tu palacio presidencial, en mi escuela no da ni para la limpieza de las clases y pasillos.
Quisiera decírselo a mi presidente también. La situación que nos dibuja el informe de Pisa es suficientemente convincente. Yo le propongo un plan a José Luis. Los papás leen todos los días con sus hijos, antes de ir a la cama. Comentan el contenido de sus lecturas y educan los afectos. Los banqueros en sus casas, con sus pequeños, juegan a cerrar hipotecas, cálculos mentales sobre la estimación emocional de los afectos o la inspiración poética que resulte más oportuna, nunca sobre dinero. Igualmente conseguimos que los constructores y promotores de grandes pelotazos urbanísticos reconsideren su absurda opción por el embrutecido negocio, y así busquen promover la belleza y el amor por las cosas sencillas y elementales, la contemplación de la incomparable naturaleza…
Y qué hacemos con la escuela, en medio de una sociedad que desborda todos sus conocimientos, los que hasta hoy justificaban su existencia. La escuela sabe menos que la sociedad. Los papás saben menos cosas que sus hijos. El mundo está así. Sin embargo, los niños no saben que lo saben, porque lo tienen poco estructurado. Así que los papás, en realidad, son los que realmente saben lo que saben, aunque sea poca cosa. Todo esto por culpa de la globalización del saber. ¿Quién abrió la puerta a este descontrol? En cuanto hemos metido más de una idea en la escuela se nos ha preparado el cacao-maravillao. Es por culpa de no haber puesto freno a tanta red, tanto recurso multimedia y a tanta información… Volvamos a los libros bien encuadernados, con pocas imágenes y bien numerados, y abandonemos la lectura hipertextual que no nos lleva a ninguna parte… Este puede ser el plan dos.
Qué bonito sería un humanismo contemporáneo, como el que tú me pintas, Nicolas. Resucitemos a Erasmo o Luis Vives. El disfrute del placer del conocimiento y del pensamiento: en el interior de todos y en el seno de los grupos sociales, nada de buscar el dinero, el éxito, la fama o el negocio apresurado… Más a favor del empeño altruista y de la inteligencia creativa. Bueno, Nicolás… Para ello deberíamos empezar por los programas electorales de los partidos políticos y seguir con los candidatos y con los consejos de administración de los grandes bancos. ¿Por qué no los presidentes de los países? ¿Existen hombres y mujeres libres en los grupos políticos? ¿Está permitido el pensamiento, el análisis, el espíritu crítico e independiente? No. De ninguna manera. Las personas de condición humanista son un estorbo.
Me duele mucho que digas en tu carta que no puedes hacer nada sin la complicidad y colaboración de los maestros. Me suena a slogan desgastado. Si de verdad tu sentimiento es sincero, habremos de sentir tu sinceridad correspondida. Haz que tu sinceridad se corresponda con los hechos. De todas maneras, qué pena… Los maestros y maestras ya no podemos aceptar un mensaje emocional que provenga de los políticos, sin reservas. Con dolor de corazón, debemos rechazar todas vuestras promesas de amor y penitencia. Nuestro cuerpo, poco corporativo, por cierto, está alejado de los emocionados discursos de ustedes, los políticos. Nos huele el aliento a tiza y tenemos el fondo de ojo desinformado.
Quizá cuando me vaya a la cama, mi subconsciente, traidor él, al que todavía no controlo, haga que retome los encendidos párrafos de tu carta, tan potentes, imaginando una refundación de escuela de los valores, con profesionales que son atendidos en virtud de sus necesidades, con maestros que encuentran la consideración social y complicidad de las autoridades del país y el afecto de sus conciudadanos. En sueños, estaré con usted, Sr. Presidente, sintiéndome partícipe de esa gloriosa escuela que usted me envía por correo.
Atentamente, un maestro de primaria.
Jesús Mari Arce 2007
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