El puesto 10 del Aula, también con Ubuntu

El puesto 10, un HP BRIO, ha trabajado desde el 2000 de modo satisfactorio en el colegio con los niños y niñas, también con profesores; y lo ha hecho con sistema operativo windows. Pero, desde que XP entró en su vida, ya no fue lo mismo: su respiración comenzó a ser dificultosa, ralentizó el ritmo de las tareas, pasó a ser muy lento de reflejos. Encenderse por las mañanas, casi una tortura. Realizar tareas con gráficos, un imposible. Así que, con algo de pena, tuve que tapar su pantalla con un letrero rotulado con tinta gruesa: "Soy muy lento, no me enciendas". Desde entonces, el puesto 10 era un cadáver para los niños y niñas.

Sin embargo, el otro día, Elisa se sentó frente al ordenador, porque ya no colgaba ningún letrero de la pantalla. El profesor le dio un nombre de usuario y una clave y el equipo se inició de modo normal y terminó por estabilizarse un escritorio de tonos tostados. En la pantalla podía leerse "Ubuntu". Elisa abrió el navegador, Mozilla Firefox, y buscó la información que necesitaba. Abrió Star Office y realizó un trabajo al que llamó "descubrimientos.doc". La pluma de memoria se encargó de recoger el documento que Elisa se llevó para enseñárselo a su profesor.

Yo, a lo largo de tiempo del recreo, momento en el que se produjeron los hechos que aquí os cuento, de vez en cuando, daba una vuelta disimuladamente por allí, a espaldas de Elisa, y no podía creer lo que veían mis ojos. Elisa no se había enterado de que estaba trabajando con un sistema operativo distinto al de windows. Tan solo comentaba lo bien que había arreglado el profe el equipo del puesto 10. Me dijo que si quería que cerrara el equipo y le respondí que no.

Cuando Elisa se marchó yo me fui directo al puesto 10, para charlar un rato con el equipo. Desde el que el tablet 19 ha emigrado a Ubuntu, tengo por costumbre mantener un intercambio de ideas con las máquinas que migran a este sistema operativo. El puesto 10, esa mañana, después que Elisa se pasara el recreo con él, lucía una mirada resplandeciente. El ratón, el dedo, la petición de una tarea y su ejecución eran todo lo mismo, un instante. Le comenté la posibilidad de actualizar nuevos repositorios. Echamos una mirada a la base de datos. A continuación, desde la clase de 6º, el tablet 19 nos hizo una llamada de petición de acceso. Yo ya sabía que no podía tardar mucho. Para él es muy importante no estar solo. Ya son dos máquinas en el campo de trabajo de un punto de acceso de radiofrecuencia.

Si los chicos y chicas, sin darse cuenta, se adaptan a trabajar con el puesto 10, puede que estemos ante el comienzo de una historia maravillosa. No lo voy a decir muy alto, no sea que la administración y los poderes de los intereses de la razón se interesen por las razones que me han llevado a mí tomar esta decisión. Al tablet 19 ya le he pedido que sea discreto y que no alardee ni en el armario ni en las clases; menos, en internet, en los blogs o en los foros por donde se me escapa con demasiada frecuencia. También le he dicho que deje que el puesto 10 evolucione por sí mismo, que no pretenda trasladar en una sesión de conexión a redes lo que él ha ido madurando a lo largo de un curso. He de comentaros que el tablet 19 se ha vuelto muy juicioso. Ha perdido el punto de rebote que tenía hace tan solo unas semanas. Está muy majo. Me tiene muy contento, para qué voy a negaros.

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