Con un pincel puedo transformar el mundo

Son las líneas en negro de una silueta del mundo y todo el conjunto es una escena de Navidad. Es una postal en grises y negros, triste y desangelada. No tiene ningún color, ni superficie ni profundidad, ni ojos con mirada, ni manos con piel, ni nada de nada. Está en la pantalla del tablet pc de María. ¿Por unos instantes has ido una elección equivocada? No, ella lo ha escogido porque ha visto el cuadro lleno de luz y de texturas. En su imaginación, claro.

El compañero de mesa mira con cara de asombro y no manifiesta ninguna simpatía por la obra de trabajo. Si al menos tuviera algo gracioso, pero no. El profesor, que se deja caer por las mesas, tampoco ha puesto cara de mucha satisfacción, parece que no le sugiere tanto así de futuro plástico a esa postal navideña.

María ha cogido el pincel y está dándole un volumen vaporoso y azulado al planeta tierra. El profesor se ha frenado en seco al pasar y no ha podido dejar de asombrarse. Lo ha dicho en voz alta: María, eso es una obra de arte. Yo me voy a ese planeta. Ella está asustada de sus propios resultados. Le ha entrado, por un instante, miedo escénico y está dudando. El profesor se aleja y la chica vuelve a introducir color y vida en la postal de Navidad. Los personajes se despiertan, los cielos se iluminan o nublan, según el caso. Ya tiene atmósfera la escena. El compañero se inclina sobre la pequeña pantalla y también está alucinando.

Es por la tarde, el tablet pc tiene su punto verde de batería óptima y el lapicero óptico no deja de ir y venir sobre las herramientas y las paletas. Daría igual que se terminaran todos los recursos de la energía... el ambiente navideño está en el tablet de María. Esta tarde parece que con su pincel pueda cambiar el mundo...

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