Monólogo de noche, por un tablet pc

A veces, todo va bien. Esto es, por ejemplo, por la noche. El jesús nos deja conectados al reloj ese que tiene programado. Uno se queda allí, dentro del armario, con la sensación de que los servicios sociales con las máquinas están bien vigilados. Por boca de los civiles: por fin, puede uno sentirse satisfecho de haber pagado sus impuestos.

Al atardecer, cada vez se oyen menos voces en la sala y los pasos se hacen excepción. Yo me quedo tranquilo, porque conozco el protocolo. Unos pequeños movimientos de acomodación, la conexión de las llaves, la puerta y los dos cierres de seguridad... en fin, una rutina que a uno le tranquiliza y le predispone a pasar una noche tranquila. Silencio. He oído que han instalado un sistema de seguridad. Eso me hace sentirme importante.

A media noche, se nos abre el apetito. Es justo cuando se nos encienden los led (light emitting diode). Es nuestra manera de comunicarnos, con esa luz policromática, con diferentes longitudes de onda. Tú nos sueles observar con frecuencia por esos indicadores. Es cuando nos contemplas atentamente, para ver si la señal de red está activada, si la batería tiene su carga, si el equipo está encendido... A media noche sentimos un irrefrenable apetito de comer electrones. Es nuestro estómago eléctrico, siempre tan inestable y caprichoso. Prácticamente, es el único fallo que tenemos. De todos modos, no te quejes de nuestro sistema digestivo porque ya habrás notado que no padecemos del efecto memoria. Sí, esa fea costumbre de perder memoria cuando se carga una batería sin haber sido descargada del todo. Y, como a nadie amarga un dulce, de vez en cuando, nos haces una descarga completa y una carga total. Ese será un detalle que sabremos agradecer.

No nos gusta la fast food (food ready to eat quickly after ordering...), así que nos entrenemos unas cinco horas en las tareas de ingesta. Imposible que un niño se espere tanto tiempo. Por eso, el jesús ha decidido que lo hagamos en horas nocturnas. Los humanos, a eso de media tarde, miran al reloj y deciden moverse rápidamente en dirección a las puertas de salida del edificio. Después hay una gran tranquilidad que dura toda la noche, hasta que amanece en el patio de la escuela. Esto lo sabemos por las voces quenos llegan desde fuera.

No sé si los humanos se van a casa porque nosotros estamos en esta faena o, bien, simplemente, es que les gusta marcharse a casa. Tampoco sé si nos utilizan como excusa y pretexto. De cualquier modo, al atardecer la caja azul se cierra y rejuvenecemos para tí, para otro día.

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