Monólogos de tablet pc, ensayo 1

Hola, soy un tablet pc del 32 cms por tanto. Negro y con botones, de tres kilos casi. Tengo puertos como un pez tiene branquias. Si te acercas, te detecto e identifico. Es la primera vez que salgo del armario. Ya se sabe que esta decisión cuesta lo suyo. En este país, cada vez que se abre la puerta de un armario se suele armar la de dios es cristo. Tranquilidad, porque en mi caso sólo quiero salir para echar un vistazo.

En primer lugar, hola. Ahora que estoy fuera, no sé qué hacer. Empezaré por iniciarme en windows, ya directamente en el mundo exterior. No es nada extraño ver un tablet encendido sobre una mesa. Nadie va a pensar que es una decisión mía. Además, windows actúa muchas veces de modo imprevisto. Más bien, casi siempre es imprevisible el sistema windows. Allí dentro, en el cajón azul, es uno de los temas que más chistes provoca entre nosotros los tablet pc.

Lo que peor llevamos los tablet es el tema del lapicero óptico. Los chicos y las chicas no tienen muy buena puntería. Por más que el profesor les insiste en la necesidad de ser precisos y no golpear con tanta fuerza, nada, ellos dale que dale al pincho, como si de espadachines de la corte del rey francés se tratara. Y, claro, tenemos la pantalla picada de viruela; nos sube la fiebre y pasamos un susto permanente: se romperá el puntero o seremos nosotros quienes padeceremos de perforación o desgarro...

También padecemos de ansiedad grande cuando nos ponen los dedos, una y otra vez, por todo el tejido de nuestra delicada piel de pantalla; o nos cogen por los flancos, presionando conexiones, arrastrando llaves y dejándonos fuera de red una y otra vez también. Nuestro cuerpo también se resiente cuando nos obligan a hacer posturas, a doblarnos enteros y a andar de codos.

Lo más guapo es cuando los niños le piden al profesor: por favor, apague la luz. Gracias. Entonces se crea un ambiente muy agradable. Podemos proyectar nuestra luz sobre sus rostros, producir una verdadera atmósfera alucinante. Apetece ver un multimedia. Los chavales prefieren, sobre todo, los fondos de pantalla de coches rojos y largos, les llaman ferrari. Las chicas siempre tienen alguna foto que traen en su pluma. Es maravilloso cuando se apagan las luces del aula. Lo más de lo más es cuando el profesor decide lanzar nuestra luz a través del proyector de aula. Todos sentimos envidia del tablet del profesor. Es el que más veces puede utilizar el cañón.

Los tablet también somos humanos y nos gusta que nos cosquilleen o nos acaricien. Es bonito cuando los chicos y chicas hacen trabajos con Microsoft Word. Es cuando más cosquillas nos hacen. Además, son unos traidores, porque lo hacen con una estrategia muy estudiada. Van pulsando nuestras teclas con un ritmo nada previsible. Unas veces es un masaje rápido; otras, se hace lento; alguna vez, repiten y repiten el mismo toque, como si se equivocaran o hubieran fallado intencionadamente. En fin, pedimos a los profes, por favor, que cada vez más los chicos usen los tablet en modo cosquilleo, porque para nuestras sensibles teclas es un placer que no admite comparación. Además, estas sesiones suponen un alivio para nosotros. Son momentos en los que no sufrimos la agresión de los lapiceros.

Bueno, he oído el timbre del pasillo. Por cierto, es un sonido que no estaría mal trabajarlo un poco con Audacity, free audio-editor, para suavizar el insoportable ruido que produce el pichorrín electromagnético, oxidado y roto. En fin, ese ruido me dice que los chicos se van al recreo y que mi estrategia de darme una vueltecita por fuera del armario toca a su fin. Otro día invito a más colegas y me sumo a otras hazañas en el mundo exterior al planeta del armario azul metalizado.

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