Si es por ojear, nada como de fin al principio.

Hablo con mi agenda de 31 de enero de 2007. Viene, machacona, anotando, día sí día también, algunas observaciones sobre posibles mejoras de recursos para los tablet pc. Y, además de sugerirme un "a modo modelo o guía" diccionario borrador de uso para chicos y chicas creativos; me está bombardeando porfiada que debo hacer algo por organizar los contenidos infográficos que duermen en una de las unidades virtuales de los tablet pc para chicos.

Me parece bien que los contenidos de los temas infográficos cuenten con una ayuda o mapa global, a efectos de una más ágil localización de los recursos. Suponía yo, sin embargo, que la curiosidad docente iba a suplir esa tarea con generosidad, incorporando taxonomías personales de sustancioso valor y significado. Tenía yo el qué de que se pudiera producir una investigación de contenidos amplia y sosegada, ajustanto relaciones de correspondencia con los contenidos de la programación de aula.Pero no, señores de la administración de arriba, los profesores están embrutecidos de horas lectivas. No da ni pa'eso. Ahí estamos bien afirmaos, esta observación no la mueve ni dios. El ajetreo y el trajín diario, justo proporcionan tiempo libre para ir al servicio, sin querer aquí abrir un capítulo nuevo sobre las consecuencias añadidas a la edad, tales como la prostatitis, etc.

Y, si es por ojear, -me dice la agenda-, no hay nada mejor que ir del fin hacia el origen. Del fin al inicio, se descubren más verdades ocultas, más secretos inconfesados y más estrategias disfrazadas, que si te sometes al hilo argumental que te propone el autor. Es fácil de entender. El creador podrá controlar tus posibles reacciones si sigues su guión preestablecido, el ideado por él; pero no podrá, de ninguna manera, adivinar cuál va a ser tu punto de vista, tu observación interesada, tu ritmo de lectura... nada estará a su alcance, si te posicionas de un modo nuevo. Todo escapará al control, desde la anarquía que te propongo. Del fin al principio, haciendo volar atropelladamente todos los datos y las imágenes, como en una panorámica de cine, afloran las verdades y sus contradicciones.

¿Qué me dice mi agenda, cuando la someto a esta terapia de integridad salvaje? Nada, sólo se abrevia entre líneas, se oculta y disimula; sin embargo, yo veo masas de tinta apretadas, cuando la ojeo al vuelo con mi ojo inverso e incisivo. Tiene mi agenda algún problema, lo puedo percibir. Enmudece por días, según se aproxima el fin y está rebosante en sus inicios. ¿Por qué tanta comunicación en los días primeros y, ahora al fin, tanto mensaje encriptado, tanta expresión contenida...? De la casi nada del hoy, del blanco absoluto de la nada, me voy hacia el pasado, hoja a hoja, y descubro entusiásticos proyectos, accedo a programas, aplicaciones educativas, urgencias de guión, enlaces, recursos, páginas, nombres, fechas, una actividad inusitada, todo prospectiva antes..., volando del fin hacia el principio. Está claro, que algo me quiere contar mi agenda.

Con mi agenda en las manos, en su última hoja mordida, hoy. Le doy una tregua, dejo de animar sus hojas y de airear sus contenidos. Releo, lentamente, algunos de los concisos mensajes que se apegan a los números del calendario. Todavía hoy, a tantos de tantos del curso, mi agenda busca, propone, se pregunta, reflexiona y enmudece... pero no tiene tantas palabras; tiene muchos silencios, como la vida misma. No quiere decir que mi agenda esté muerta. Yo leo sus silencios y sus pocas anotaciones. Los tablet pc, la alfabetización multimedia, la reflexión sobre el curriculum, la nueva metodología de trabajo, la restauración personal del docente, los criterios de evaluación... Y le digo -pero, bueno, ya estamos en las andadas!- te ha dado la depre filosófica de nuevo. Tú no vas a cambiar el mundo y, menos, el educativo.

Pero ella insiste, -es que, si te pones a pensar, mientras no cambiemos la evaluación de las cosas, no hemos cambiado nada-. Amigo, me dice, ahí está la clave de todo. Ya ves por qué he simplificado mi pensamiento. Me he olvidado de casi todo, de máquinas, equipos, software, proyectos... Yo le digo que le entiendo. Más que todo, porque yo fui el primero que le sugerí tal pensamiento. Aún lo recuerda. Dime cómo evalúas y te diré cómo enseñas. A mi agenda esta idea le pareció de una total clarividencia. Es decir, que si espero de ti que hagas o me digas algo, para darte mi asentimiento, ya he condicionado tu libertad, tu manera de pensar y el modo en el que puedes hacer las cosas. Te habré amaestrado de manera que ahora refuerces mis estrategias, con la consecución de los items de evaluación que te propongo. Habré procurado amaestrarte de modo que alcances un óptimo en la evaluación que te presento. Mi evaluación, pues, es el fiel reflejo de mi actividad educativa, del estilo con que te habré instruido. Te habré enseñado, tal y como ahora te evalúo.

Antes de que mi agenda diga una sola palabra más, cierro sus tapas con fuerza y hago que se muerda su última retórica pregunta. Ya podéis adivinar cuál es. Recordad que mi agenda se propuso la noble tarea de colaborar conmigo en la integración de los tablet pc en el aula. Dicho. Ya os había advertido que leer del fin al principio te da un montón de sorpresas.

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